jueves, 20 de octubre de 2011

Más de las cuatro

Hoy tengo que escribir de adentro. Como dicen, de adentro para afuera, visceral, sacamierdero. Creo que es así. No, tal vez así suene duro, hostil, demostrativamente oscuro.

Me importa un comino. Hoy voy, tengo (tengo) que escribir de dentro hacia fuera. Sobre los miles, millones de gigantes de un solo ojo y tentáculos que anidan mi cerebro y lo carcomen, y se alimentan de la materia ahí presente, neuronas, conexiones neuronales, transmisiones eléctricas nerviosas, materia e ideas, todo. Incluso de mis nociones de tiempo y espacio, de mi individualidad, de lo que esencial (ontológicamente) soy. Me devoran y se cagan de risa.

Están ahí los muy (magnánimos) hijos de la gran puta y no puedo sacarlos. Ni con Wagner, mucho menos con métodos de hipnosis avanzada o con mentiras republicanas para consumir los días en que no hay universidad en las mañanas, ni si quiera con el mejor producto de Quality Products.

Tienen aspecto enfermizo o más bien decadente, pero aun así una belleza aristócrata-republicana. Son las historias de mi abuelo condensadas en la desproporción grotesca que nunca quise aceptar. Se colocan entre los márgenes craneanos y desde ahí golpetean las paredes de mi cordura haciéndome cada segundo un poco más demente que el anterior.

Rasquetean el tapizón al costado de mi cama y se ríen de la cara paranoide que dibuja la conjunción de mis labios y mis ojos alineados en un ángulo perfecto para retratar el miedo y desconcierto. Es por eso que hoy, lo siento, tengo que escribir desde dentro hacia afuera, para que se busquen un nuevo lugar. Porque con la descripción de sus anatomías fantásticas, ellos se diluyen en ideas pervertidas de mi cerebro cada vez más enfermo. Ya se van y yo con ellas.

sábado, 1 de octubre de 2011

Tíbet


Que hasta el culo,

Te comunico que me voy al Tíbet por decisión propia. No es que me haya salido una nueva chamba, esa con la que soñaba poniendo cara de idiota, para conocer el mundo más allá de sus límites – recomiendo revisar la Biblioteca de Babel, Borges cagaría mis frases en una, con su lirismo altivo y brutal, descomunalmente culto - ganando algo de dinero y viviendo la fantasía del que hace algo por el mundo.

No, me voy porque me he hartado, de ti, de mí, de nosotros. Nosotros. Imposibilidad epistemológica construida de una hipotética construcción intersubjetiva elevada al nivel ontológico, nosotros, decir que en esencia somos inescindibles. Gran mentira, gran fracaso, eso no es amor, el amor no existe.

Me largo al Tíbet porque ahí me lo van a recordar, creo. Dicen que los monjes son buenos desahuevándote, aunque en Home and Health los veas recontra espirituales y mainstream haciendo yoga y comiendo verduritas saltadas.

Eso no es lo que busco. Para eso te tengo, tengo a Lima. A la Lima wannabe, yo voy a que me destruyan, me hagan mierda y solo así reconstruirme. Adiós.