No te voy a decir que me interesas. Que – obsesiva, siempre obsesivamente – he buscado sobre ti en todos los lugares. Desde las antiguas noticias de los murales de tu escuela, hasta los registros de tus inasistencias a clases. En cada uno de mis pequeños descubrimientos la misma pregunta se repetía en mi cabeza “¿Qué habrías pensado en ese momento?” y siento que siempre estás un paso delante de mí, que hay un guiño de mirada, el mordisco certero en el labio, el giro esquivo de tu cuello largo, y no lo logro percibir. Estas un paso por delante y a mí solo me quedan las pesquisas retrospectivas. Ahora me he rendido y voy a esperar tu próximo movimiento, mientras, debería recordar el último gesto que hiciste antes de partir, y ensayar teorías sobre tu próxima partida.
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