¿Y si te dijera que el sol de otoño es engañoso? Que el sol solo despliega su belleza y su calor infernal en el verano, y que acompaña los días de campiña y transeúntes de pequeñas ciudades en primavera.
¿Si te dijera que más vale arder rápido con el verano transitorio que mirar un patético sol muriente en el otoño? No sé si te lograría convencer y tampoco pretendo hacerlo, al fin y al cabo cada uno de nosotros tiene impresiones subjetivas sobre las sensaciones, pero creo que la mía es bastante acertada y compartida.
El sol de verano y el de primavera te ofrecen nuevas brisas que no esperan otoños fríos para dejar caer sus hojas, marchitar vidas, hacerlas aburridas, tediosas, melancólicas. En el sentido original de la melancolía, como un estado de la psique, como una especie leve de depresión.
Hay muchos soles, tantos como personas en el mundo y como días de vida del astro, pero, lo repito, no me agrada el sol de otoño, porque es una felicidad engañosa. Prefiero el viento en la cara de un camino sin horizonte conocido y la búsqueda incansable de soles solo en primavera y verano.
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