No me voy a conformar. Si nací en un país de mierda, como de hecho lo es, eso no es pretexto para quedarme paralizado y mimetizarme con la hediondez a mis alrededores. Yo soy mucho más que lo que me rodea y parte de mi misión es hacer algo por que todo mejore. Porque te han vendido la falsa y puta idea de que todos somos así – la peruanidad la llaman - , de que es el sistema, que es irremediable. Eso no es cierto, porque somos cientos, miles, millones los que estamos hartos de cómo funcionan las cosas, con corrupción y componendas, y no nos vamos a conformar. Porque nos llega al pincho el inmovilismo traducido en conservadurismo y espíritu mercantilista, porque si no entendemos al individuo antes que el poder, perdón, si el “sistema” no lo entiende, pues tendremos que hacérselo entender nosotros (con la potencia de un grito salvaje y reprimido). Ya estoy harto de que me traten con dadivas y favores, que me digan que todo va a mejorar o de que lo que se necesita es tender puentes de dialogo. Se necesita que entiendas de una maldita vez que tu lugar como burócrata no es servir a ningún etéreo o inexistente “interés público” o “bien común”. Tu labor es servirme a mí que te miro con infinito desprecio, y a él, él, a ella, a ella, y a cada uno – perfectamente individualizado – de quienes llenamos tu despacho. No te tengo que agradecer nada, más bien tu deberías lamer mis zapatos por permitirte reptar un trabajo con mis impuestos. Si el Perú hoy, ahora, no entiende eso está destinado al fracaso. ¡Reacciona mierda!
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