Hace un año era Johansen, Moscú y últimos pisos de edificios, alcohol y vértigo de ciudades rápidas allá abajo. Era una ausencia, un espacio lleno de materia sin dirección. Era miradas perdidas y tristes, más alcohol y un invierno de mierda destrozando mis huesos. Era el peso de 24 años y los recuerdos de Potosí con la falta de aire. En esa estructura Borges y Cortázar eran dos constantes ecuacionales, todo lo demás era itinerante y algunos factores desaparecían tan rápido como la vida de una ola rompiente en la costa.
Ahora el tiempo ha pasado otra vez, le he dado la vuelta al sol y apenas tomo conciencia de dicha hazaña, hoy siento más paz que hace un año pero uno nunca sabe, la paz suele desaparecer así nomás.
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